miércoles, 2 de marzo de 2011

El agua es vida

¿No sientes acaso que mientras más gaseosas y cerveza bebes, más necesidad tienes de seguir ingiriendo líquido? En otras palabras, el consumo de estos productos produce mayor sed y al beberlos una vez tras otra, caemos en un insaciable círculo vicioso.

Menos mal esta práctica está disminuyendo considerablemente, aunque no por ello el promedio de la gente sigue prefiriendo beber más gaseosas, bebidas alcohólicas, café y leche antes que agua.

El azúcar de las gaseosas requiere agua adicional para su metabolismo. La mayoría de ellas aumentan la secreción de ácidos estomacales, y las que contienen cola se componen de fósforo, el cual contribuye al agotamiento de los depósitos de calcio en el cuerpo y produce huesos frágiles. Además, los colorantes que emplean, aparte de irritar el revestimiento estomacal, hacen necesario que el hígado y los riñones se desintoxiquen urgentemente.

La ingesta de agua, aparte de eliminar los problemas ocasionados por las gaseosas, no provee calorías extras que retarden la digestión o se almacenen en forma de grasa indeseada. Al pasar directamente por el estómago, no requiere procesamiento y menos aún irrita o trastorna las funciones digestivas.

Cuando no bebemos suficiente agua, el cuerpo debe excretar los desechos más concentradamente, originando hedor en el aliento y la orina. Por eso, lo recomendable es tomar de 6 a 8 tazas que contengan el líquido elemento, distribuido equitativamente al levantarse, a media mañana, a mitad de la tarde y a comienzo de la noche. Y si es posible, combinar algunas gotitas de limón que ayuden a desaparecer los recónditos y no tan escondidos espacios de nuestros cuerpos habitados por la grasa.

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